MÉXICO A FAVOR DE LA PAZ… PERO SIN ADJETIVOS INCÓMODOS

IZQUIERDA DE UTILERÍA: VALIENTE PARA EL LENGUAJE, COBARDE PARA LA HISTORIA

Dave Shutton

9/22/20252 min read

“Lo que no se nombra no existe.” Esa fue la frase con la que Claudia Sheinbaum, ya investida como presidenta y comandanta de las Fuerzas Armadas, marcó territorio semántico: nada de presidente, que suena masculino e inclusivo; ella quería el título con “A”. Y vaya que se lo tomó en serio, como si el simple acto de nombrarse bastara para transformar la realidad.

Yo, por mi parte, me limité a seguir la tradición irónica: si antes decía mi prejidente AMLO, ahora digo mi prejidenta Sheinbaum. Porque al final, más allá de la gramática, lo que importa es lo político. Y ahí está el problema: me reconozco de izquierda, quizás porque la izquierda debería ser empatía, solidaridad y humanidad, frente al egoísmo del capitalismo. Pero la izquierda en el poder —al menos esta versión tropicalizada— parece haberse especializado en disfrazarse de lo que ya no es.

El ejemplo más claro está en Gaza. Nuestra valiente presidenta, la que un día fue capaz de exigir que la lengua se adaptara a ella, ahora no se atreve a nombrar lo innombrable. No ha dicho ni una sola vez la palabra genocidio. Prefiere hablar de una “guerra” y, como buena funcionaria de manual diplomático, rematar con el ya cansado: “México está a favor de la paz”.

¿A qué le teme? ¿A incomodar a Washington? ¿A perder simpatías en la ONU? ¿A que le cancelen invitaciones a foros internacionales? Qué ironía: se muestra fuerte para imponerse en lo simbólico interno, pero se vuelve débil y calculadora frente al horror global. Esa tibieza no es neutralidad, es complicidad.

Yo no necesito discursos oficiales para decirlo: lo que ocurre en Gaza es un genocidio. Y sí, tal vez mi voz no resuene en las cúpulas del poder ni aparezca en el Diario Oficial, pero me basta con saber que nombré las cosas como son. Que estuve, aunque fuera desde una esquina de la historia, del lado correcto.

Lo que más duele es ver cómo la falsa izquierda se acomoda en el poder: finge ser progresista, se envuelve en banderas de inclusión, pero cuando se trata de señalar la barbarie global, se calla. Y si “lo que no se nombra no existe”, entonces para la presidenta Sheinbaum, el genocidio palestino simplemente no existe. Y eso no solo es cobardía: es traición a la memoria de quienes creímos que la izquierda era otra cosa.