Seguir los pasos de Lorena Gutiérrez

Noviembre de 2025

Por: Haidee Franco Moreno

11/10/20252 min read

Seguir los pasos de Lorena Gutiérrez

Por: Haidee Franco Moreno

Noviembre de 2025

Hay caminos que se cruzan sin haber sido planeados. Caminos que nacen del dolor y se vuelven destino. Así siento este viaje que comparto con Lorena Gutiérrez, madre de Fátima Varinia Quintana Gutiérrez, una niña de doce años asesinada en Lerma, Estado de México, el 5 de febrero de 2015. Desde aquel crimen, Lorena ha convertido su dolor en una voz que atraviesa fronteras, y su búsqueda de justicia en un acto de amor que no se detiene.

A lo largo de estos años, su caminar se ha vuelto una ruta de dignidad y memoria. En su Viaje de Escucha 2025, Lorena compartió la historia de Fátima en algunos de los espacios más importantes de Estados Unidos: el John Jay College of Criminal Justice y la City University of New York (CCNY); la University of California, Berkeley, Stanford University, San Francisco State University, University of California, Santa Cruz, la University of California, Los Ángeles, Arizona State University y el Roxie Theater. Cada presentación fue un acto de resistencia, un abrazo para quienes seguimos creyendo que la justicia también se construye escuchando.

Su palabra nos recuerda que la violencia contra las mujeres no conoce fronteras, y que los silencios institucionales no pueden ser eternos. Lorena ha hecho de la memoria un lenguaje común entre madres, académicas, artistas y defensoras, y ha demostrado que las alianzas internacionales no nacen de la diplomacia, sino del amor y del dolor compartido.

Yo también soy madre. También he tenido que dejar atrás mi país y comenzar de nuevo en otro territorio. Como Lorena, sé lo que es mirar atrás con nostalgia y con rabia, con la certeza de que la justicia en México se ha vuelto un horizonte lejano, pero no imposible. Su caminar me ha revelado que el desplazamiento no nos borra, nos transforma. Que cada frontera cruzada es también una oportunidad para volver a decir nuestros nombres y los de quienes ya no pueden hablar.

Por eso seguiré sus pasos. No descansaré hasta que su voz llegue también a Louisiana, hasta que aquí, donde hoy vivo, se escuche la historia de Fátima Varinia y de todas las niñas, adolescentes y mujeres que fueron silenciadas por la violencia, pero siguen vivas en la palabra de sus madres.

Porque Lorena no camina sola. Caminamos con ella. Y en ese andar compartido, el dolor se vuelve semilla, la distancia se vuelve territorio, y la justicia —aun lejana— se vuelve una promesa posible.